El éxito prolongado de las organizaciones pasa necesariamente por el constante desarrollo de las personas y de los equipos que las constituyen. La empresa es un sistema abierto en el que intervienen variables externas e internas que la convierten en un medio fluctuante y en continuo cambio. Es necesario disponer de una planificación de objetivos,  una eficiente gestión y organización, una adecuada  preparación y coordinación de sus miembros, un buen sistema de evaluación y unos actualizados recursos materiales y tecnológicos. Sin embargo, por mucho que aparentemente lo tengamos todo controlado, la experiencia demuestra que siempre hay imprevistos y variaciones. Gestionar un proceso en el que lo humano y lo técnico están entrelazados, requiere por un lado, de una actualización técnica, científica o tecnológica y por otro, de una renovada preparación humana. La progresiva mejora de la calidad de los procesos, los productos y los servicios, pasa necesariamente por la consolidación de un equipo alineado con los objetivos de la organización, capaz de trabajar en común y con la madurez suficiente como para hacer de los errores y las dificultades un factor de aprendizaje individual y organizacional. Conseguir esta madurez pasa por el progresivo desarrollo de lo que denominamos competencias personales y sociales.

Y… ¿Cómo cambian las organizaciones?

Las organizaciones  tienen una tendencia a captar, sentir  y reaccionar ante los sucesos de la misma forma que las personas. Perpetúan sus percepciones, creencias y comportamientos. Suelen atribuir la causa de sus males al exterior o a chivos expiatorios de su interior. En definitiva, se vuelven, como en el caso de las personas, inflexibles y poco adaptativas.

La responsabilidad del cambio organizacional es de sus directivos. Depende de su voluntad el decidir cambiar o mantenerse igual.  Salir de la zona de confort organizacional y explorar lo nuevo  provoca una cierta crisis, exige una profunda toma de conciencia, una voluntad de cambio y el coraje de probar nuevos enfoques o estrategias. Los equipos directivos necesitan apoyo y sostén emocional para transitar el desequilibrio inicial provocado por los cambios, sin  defenderse, ni perpetuarse y manteniendo el contacto con la realidad de lo que va sucediendo y  adaptándose a los nuevos requerimientos que surjan.

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